En un contexto en donde la incertidumbre es norma y toda decisión es susceptible de desvanecerse de un minuto a otro, cualquier certeza es buena para aferrarse y orientar la acción en pos de un objetivo concreto. En ese sentido, la confirmación de la realización del Rugby Championship es una gran noticia para los Pumas y todo el rugby argentino, que está paralizado desde marzo.
Nota de Alejo Miranda para La Nacion
La Sanzaar informó en la noche del jueves que el certamen hemisférico del que participan los seleccionados de la Argentina, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica finalmente se jugará íntegramente en tierras australianas, con las regiones de New South Wales (Sydney) y Queensland (Brisbane) como sedes. Serán seis partidos en semanas consecutivas entre el 7 de noviembre y el 12 de diciembre.
Esta confirmación, además, representa un alivio determinante para las arcas de las cuatro uniones involucradas, ya que el dinero que entra por los derechos televisivos y comerciales de sus seleccionados es fundamental para su subsistencia y será la única fuente de ingresos de 2020.
Pese a que Nueva Zelanda había sido apuntado originalmente como posible anfitrión, ya que es el país que mejor había controlado la pandemia y hasta había organizado un magnífico certamen Super Rugby con sus cinco franquicias que se extendió por 10 fines de semana con estadios repletos, un reciente rebrote del virus puso a las autoridades gubernamentales en alerta y Australia le ganó la pulseada. Esto provocó un cruce dialéctico en Nueva Zelanda: mientras que el mundo del rugby le apuntó al excesivo recelo del gobierno, la progresista primer ministro Jacinta Ardern advirtió que en la decisión pesaron también factores comerciales y económicos.
Lo concreto es que Australia, pese a tener más casos diarios de Covid-19 (aunque muchísimos menos que la Argentina), tiene una política más permisiva en cuanto a inmigración y restricciones sanitarias y se quedó con el premio. A su favor, además, cuenta con mejores facilidades donde realizar una burbuja sanitaria para que los seleccionados visitantes puedan entrenarse y realizar una cuarentena ni bien aterricen en ese país.
A Nueva Zelanda, al menos, le queda el consuelo de ser anfitriona de dos partidos de la Bledisloe Cup, el tradicional enfrentamiento entre All Blacks y Wallabies. Serán previos al Rugby Championship, algo que fortalece todavía más a estos equipos, los únicos cuyos jugadores se mantuvieron en alta competencia. Mientras que Nueva Zelanda realizó el Super Rugby Aotearoa con sus cinco franquicias entre junio y agosto y hasta realizó un selectivo del seleccionado en el que se enfrentó el Norte y el Sur, Australia está en plena definición del Super Rugby AU, también con sus cinco franquicias (en la madrugada del sábado se juega la semifinal entre Reds y Rebles y el próximo fin de semana la final, donde espera Brumbies).
En cambio, los jugadores de los Pumas que permanecieron en el país no ven acción desde el 7 de marzo, día en el que Jaguares se enfrentó a Sharks. Recién retornaron a los entrenamientos un mes atrás, en un principio con un protocolo sanitario que ni sin siquiera les permitía poder pasarse la pelota. El viernes comenzaron una burbuja sanitaria en el predio que le cedieron al a UAR en Ingeniero Maschwitz que les permitía entrenarse con contacto, pero aparecieron casos positivos de Covid-19 y ésta debió ser desarticulada, lo que significó un retroceso considerable en la preparación: tanto los contagiados como el resto del plantel, por ser contacto estrecho, debe permanecer aislado. Estos últimos sólo pueden entrenarse en sus casas.
Por otro lado, persisten dudas sobre cómo y cuándo se podrán sumar los jugadores que actúan en el exterior. En Francia e Inglaterra está el núcleo principal de los Pumas con jugadores como Guido Petti Pagadizábal, Pablo Matera, Marcos Kremers, Tomás Lavanini, Nicolás Sánchez, Agustín Creevy y Santiago Cordero, entre otros que fueron incluidos en la convocatoria de Mario Ledesma. La Regla 12, que fue adaptada por World Rugby para que excepcionalmente este año incluya la ventana en que se jugará el Rugby Championship, obliga a los clubes a liberar a los jugadores, aunque la norma estipula hacerlo 5 días antes del primer partido. Si al arribar a Australia los jugadores debieran realizar una cuarentena, podrían perderse hasta dos partidos.
La situación de Sudáfrica no es mejor, al punto que su participación fue puesta en duda por la Sanzaar. Allí tampoco hay competencia desde marzo y los jugadores sólo pudieron regresar a los entrenamientos hace 10 días. “Todavía tenemos que sortear algunos obstáculos”, señaló el presidente de la unión sudafricana, Jurie Roux.
El Rugby Championship es un certamen del que participan la Argentina, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Desde 2012 se juega anualmente entre agosto y octubre y abarca ocho semanas: seis de competencia y dos de descanso, con partidos de ida y vuelta y localías alternadas. La pandemia, las restricciones al tráfico aéreo y el cierre de fronteras pusieron en jaque su realización. En mayo se estipuló hacerlo encapsulado en un solo país y Nueva Zelanda surgió como la opción lógica. Finalmente el elegido fue Australia. Muchas cosas pueden cambiar de aquí al 7 de noviembre, pero al menos los Pumas ya tienen un objetivo concreto.
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